Ésta, precisamente, habla de la lucidez. De la consciencia de hacerse mayor y de ver que el final está cerca. De cuando te das cuenta que ya no cuentan contigo. Aun así es un alegato al amor eterno.
Hay una escena, que siempre consigue emocionarme. El protagonista habla de las mujeres, y en especial de su esposa. No tiene desperdicio. Parece haber encontrado la forma de entendernos y de amarnos. Sus palabras, su forma de expresarse, el tono de voz. Todo repleto de cariño y respeto.
Experiencia no implica conocimiento. Yo no sé nada de mujeres.
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Las pocas mujeres que conocí en mi vida, las admiré, las observé e intenté descifrarlas. Nunca dejaron de ser un misterio. Nunca dejaron de sorprenderme. Creo que lo único importante es disfrutar de su presencia, no me di cuenta enseguida pero… un tiempito después aprendí a escucharlas, a valorar los silencios, las miradas, esos momentos en los que parece que no pasa nada y pasa un mundo. Aprendí a respetar su intuición, su inteligencia…, y aprendí a amarlas.
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Llevo 40 años casado con la misma mujer, y le soy fiel.
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No le estoy mintiendo, nunca me obligué a serle fiel a mi mujer, no es una norma o pacto a respetar. Con Lili, con mi mujer, siempre dijimos que si alguien se cruza con alguno de los dos… mala suerte…, pero sin mentiras. Estamos juntos porque queremos, nadie nos obliga. Nos obliga ser leales.
Ninguna de las mujeres que conocí después de Lili, le puede ganar. Las admiro, las puedo admirar, me puede asombrar encontrarme a alguien como Tutti Tudela, pues yo estoy abierto a lo que sea, lo que pueda pasar…, pero no hay caso. Lili gana, Lili gana siempre.
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